La Semana Santa de Medina del Campo Semana Santa con personalidad propia

Declarada de Interés Turístico Nacional, 3000 cofrades, 30 pasos y 14 desfiles para una Semana Santa, sin duda, con personalidad propia. Reconocida en todo el territorio español por tener uno de los mejores conjuntos escultóricos de época Renacentista.

La Semana Santa de Medina del Campo está documentada desde el año 1400 cuando llega San Vicente Ferrer al lugar, aunque las Cofradías penitenciales comienzan en el siglo XVI cuando Medina del Campo tuvo un gran auge en el terreno agrícola y ganadero, lo que supuso un empuje en la Imaginería de tipo procesional; es por esto que la Semana Santa de Medina del Campo tiene ante todo carácter renacentista. Buena muestra de ello son las tallas del Cristo de la Vera Cruz, Cristo de la Penitencia, de autores anónimos; Nuestro Padre Jesús atado a la columna y el Cristo de la Agonía de Domingo Beltrán Otazu; Nuestra Sra. de las Angustias, La Virgen de la Amargura de Francisco del Rincón o la Piedad de Barrientos del Maestro de San Pablo de la Moraleja.

Tras un periodo en el que la Semana Santa de Medina del Campo decae, vuelve con fuerza en 1941 gracias a las misiones celebradas allí y en 1983 se funda la Junta de Semana Santa. Desde entonces esta Semana Santa sigue siendo tan única e irrepetible.

La costumbre del recorrido de las Siete Iglesias y la limonada

La Semana Santa de Medina del Campo no solo destaca por sus Pasos procesionales, también por su gastronomía. Potaje de garbanzos, bacalao preparado de mil formas diferentes y para el Domingo de Pascua un buen lechazo o cochinillo asado en horno de leña. Y el Jueves Santo una costumbre que también viene aparejada de la gastronomía. Sus habitantes recorren las siete iglesias para visitar a Nuestro Padre Jesús. Pero también forma parte de la costumbre visitar bares, tabernas, mesones, etc. donde se dice la típica frase “Hay que matar judíos” una frase que significa “beber un vaso de limonada”, un buen vino con limones macerados y azúcar, acompañada de una deliciosa torrija. Y para los más dulces, nada como visitar el Convento de las Madres Clarisas para adquirir sus aclamadas pastas de té, hojaldres o empiñonados.